Rothko
"Tengo miedo", pensó Samuel mientras caminaba por el pasillo oscuro de la antigua mansión heredada de su abuelo. La única luz provenía de la luna que se filtraba por las ventanas cubiertas de polvo y mugre. La mansión estaba llena de susurros, chillidos y sombras. Samuel, apasionado por el arte, había oído hablar desde niño de un supuesto cuadro de Rothko que guardaba su abuelo en algún lugar del gran caserío como un tesoro nunca antes visto. Ahora, como adulto, se encontraba parado en ese lugar, buscando una prueba de la existencia de la pintura que había obsesionado su imaginación durante años. Cada paso que daba en la oscuridad resonaba en el suelo de madera crujiente. Samuel avanzó con cuidado, tratando de no hacer ruido. Llegó a una puerta cerrada, que abrió con un chirrido. La habitación estaba completamente a oscuras, pero Samuel sabía que tenía que entrar para investigar qué se podría encontrar, en esa que por curiosidades de la vida, se encontraba en el rincón más in...