Borges y la traición de John Vincent Moon
En "La forma de la espada", Borges realiza un intrigante cuento que explora temas profundos de traición e identidad. El relato tiene lugar en el escenario de la guerra civil irlandesa y se desarrolla a través de una estructura narrativa interesante y compleja.
Desde el inicio, el lector se encuentra con un narrador externo en tercera persona, quien describe la cicatriz que cruza el rostro del protagonista, John Vincent Moon. La cicatriz, una marca física que se convierte en una huella simbólica de la narración, desencadena una serie de acontecimientos sorprendentes. Conocido como "el inglés de La Colorada", Moon se ve envuelto en una trama que envuelve traición y cobardía.
El narrador cambia pronto, quien llega a La Colorada y se convierte en huésped de Moon debido a una crecida en el arroyo Caraguatá. Es entonces cuando el narrador comienza a indagar sobre la cicatriz y el pasado de su anfitrión, lo que desencadena una revelación aún más inesperada: el narrador se convierte en Moon, y es la voz del irlandés la que toma el control de la narración.
El relato, entonces, da un giro al presentar la historia desde la perspectiva de Moon pero en ese momento no lo sabemos. Sin embargo, surge un desdoblamiento importante y un plagio de identidades. El narrador elige contar su historia desde el punto de vista del compañero traicionado, ocultando su propia participación en el acto de traición. Este juego narrativo refleja la temática central del cuento: la disolución de la identidad y la manipulación de la verdad.
La trama detrás de la cicatriz se revela con elegancia y sencillez: John Vincent Moon, durante la guerra civil en Irlanda, traiciona a un compañero de lucha y lo entrega a las autoridades militares. Conmovido por la culpa y la vergüenza, decide narrar la historia como si fuera el traicionado, ocultando su verdadera identidad de traidor.
La cicatriz, elemento central del relato, adquiere un significado aún más profundo al final del cuento. En un acto de revelación, el narrador se confronta a sí mismo y reconoce su propio engaño y traición. La cicatriz, que antes representaba la huella física, se convierte en una marca indeleble de su propia infamia. Borges emplea brillantemente este simbolismo para representar el desdoblamiento de personalidad y la dualidad del ser humano.
Es interesante notar que Borges juega con los elementos narrativos. El narrador en tercera persona afirma al inicio que el nombre verdadero del inglés no importa, sugiriendo que la historia va más allá de un individuo particular. Esta idea se reafirma más adelante cuando el narrador plantea que las acciones de un hombre son como si las hicieran todos los hombres. De esta manera, se explora la noción de que las experiencias individuales pueden ilustrar como acciones universales de la psicología humana.
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