Hermandad

 Era verano, lo recuerdo bien; el calor de esa tarde era peculiar, diferente al resto, lo que indicaba que la lluvia se aproximaba. Desperté temprano. Mi prima, con quien he tenido un vínculo de hermanos desde la infancia, estaba de visita. Mientras me alistaba para ir a la universidad, ella desayunaba y me advirtió que pronto se iría, sugiriéndome que le avisara si necesitaba algo. En ese entonces, vivía lejos, en otra ciudad, donde me sumergía en mis estudios de ingeniería, una carrera que con el tiempo cambiaría por la comunicación y las letras.

Efectivamente, llovió esa tarde después de salir de mis clases. Cuando llegué a casa, estaba mojado y algo molesto. Para mi sorpresa, mi prima estaba allí, hablando por teléfono y avisándole a mi tío que no se había ido porque planeaba irme a buscar debido a la lluvia, sin darse cuenta de que yo  había llegado y estaba mojado,mientras la miraba con escepticismo. Al verme, sonrió, y yo también. Lo que había dicho ahora se había convertido en una mentira y un chiste familiar recurrente. No había forma de salir de la situación, así que lo más sensato fue comprar comida en lugar de cocinar. Nos reímos de su picardía, que al final era simplemente su manera de cuidarse de manejar por fastidio y evitar el tráfico, mientras yo bromeaba sobre mi inminente resfriado y la espera por que me fuera a buscar. 

Esa fue una tarde diferente, un día de risas entre hermanos, un día marcado por un chiste oportuno.


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