El bosque oscuro.
Durante una investigación policial, un agente realiza una caminata nocturna por un bosque espeso y oscuro mientras se escucha un aullido a lo lejos. De repente, aparece un perro negro que corre velozmente hacia él con algo que brilla entre sus dientes. El hombre empieza a correr lo más rápido que puede luego de percatarse de que el can lleva un cuchillo afilado entre sus dientes y, por temor a ser herido, huye despavorido.
Mientras intenta escapar, se le ocurre treparse a un árbol donde el perro no logra alcanzarlo. Sin embargo, al intentarlo, cae al suelo un reloj antiguo que había sido de su familia. Cuidadosamente baja del árbol del que había subido, recoge su preciado amuleto y se percata de que se encontraba perdido en las sombras del bosque.
En ese momento, aparece un enano detrás de él. Rápidamente, el agente apoya sus manos en un costado de su cinturón donde tiene su arma de reglamento y sin mayor discusión le indica que si se acerca, pensará en utilizarla. El enano muy atemorizado le explica que huye de un brutal asesino que merodeaba por el bosque en las noches de luna llena y que justo esa noche, el asesino saldría a buscarlo.
Con poca confianza en las palabras del enano pero dándole el beneficio de la duda, el policía aleja sus manos de su cadera, procede a preguntarle si puede brindarle mayor detalle sobre lo dicho del supuesto asesino y le cuestiona si tiene pruebas de lo que dice. El enano muy convencido le comenta que siguiendo la colina, luego un pequeño riachuelo, encontraría una pequeña cabaña de madera donde podría encontrar pruebas.
Juntos empiezan a recorrer esa noche el camino poco visible. Silenciosamente se movilizan por el oscuro bosque procurando no hacer mayor sonido que el paso sigiloso de dos personas atemorizadas. La luna alumbraba fuerte, pero el follaje de los árboles poco deja traspasar la luz de esa noche. Poco a poco y sin darse cuenta por la oscuridad, toman caminos separados.
El agente al percatarse de que no veía al enano por ningún lado, regresa por donde había llegado. Caminando por la oscuridad, sintiendo el terreno bajo sus pies, se detiene ante el crujido de vidrios de un viejo espejo roto de color enrojecido por sangre. De repente, el enano grita ¡"cuidado!" y se da cuenta de que alguien está detrás de él con un cuchillo afilado.
El desconocido se abalanza sobre él, instándole el puñal por un costado. Rápidamente, se levanta y, aunque el hombre lo sostiene fuertemente, alcanza a dar un golpe que le permite zafar y levantarse para luego, sin mediar palabra, propiciarle un disparo.
Finalmente, el agente, cansado, se levanta mientras en la oscuridad se escucha una risa satírica. Se percata de que la persona que pensaba que lo perseguía en realidad era una mujer desaparecida semanas atrás, por la cual él estaba merodeando esa noche en el bosque oscuro. Una voz cautelosa se escucha adentrándose cada vez más en el bosque mientras reía. El verdadero asesino había vuelto a matar, y esta vez, el policía era el cómplice mientras sostenía el reloj antiguo, ahora roto, que al obsérvalo percataría que le había salvado la vida.
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